viernes, 17 de octubre de 2014

Por qué la educación en Cuba ya no es lo que era?

¿Por qué la educación en Cuba ya no es lo que era?
Yuris Nórido
Especial para BBC Mundo
16 octubre 2014

El éxito de la película Conducta, del director Ernesto Daranas, ha
puesto en el centro de todas las miradas a un trabajador humilde,
sacrificado y no suficientemente reconocido en Cuba: el maestro.
Carmela, una de las protagonistas del filme, es una maestra de la
enseñanza primaria, que tiene que lidiar cada día con alumnos con
disímiles conflictos, en un barrio problemático.
Casi todos los espectadores se solidarizaron con la maestra, que contra
viento y marea defiende la labor educativa que realiza todos los días en
su aula, en un ejercicio ejemplar de dedicación, entrega y compromiso.
Pero en Cuba, ahora mismo, hay muchas Carmelas.
A lo largo de todo el país, miles de maestros y profesores acuden todos
los días a las escuelas, para asumir una de las más complejas y vitales
tareas de la sociedad: preparar a los niños y jóvenes.
En Cuba todos los niños van a la escuela, vivan donde vivan,
independientemente de la situación económica de sus familias.
La cobertura educacional primaria es absoluta. La enseñanza secundaria
también está extendida: la gran mayoría de los niños que culminan la
primaria continúan estudios.

Organizaciones internacionales, particularmente la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco), han reconocido
los logros de Cuba en el sector.
Cuba fue el primer país de América Latina en declararse libre de
analfabetismo, los índices de aprovechamiento escolar están entre los
más altos del continente.
Hay un sistema perfectamente consolidado de enseñanza especializada:
escuelas para niños con dificultades y demandas específicas, escuelas de
arte y deportes, escuelas de oficios...
El acceso es gratuito en todos los niveles, obligatorio hasta secundaria.
En la base de ese entramado está el maestro, principal garantía del
proceso educativo.
Pero la crisis económica de los últimos años ha impactado de manera
significativa en el sistema de educación cubano. Está claro: el nivel no
es el de hace 25 años.
Aunque el estado dedica gran parte del presupuesto nacional a la
enseñanza, parece insuficiente.
Los maestros, que en buena medida son profesionales graduados en
universidades pedagógicas, están mal pagados.
El resultado está a la vista: la competencia de algunos de ellos es
dudosa, el oficio no siempre está sustentado por la vocación y la capacidad.

No son muchos los estudiantes de excelente aprovechamiento en el
preuniversitario que asumen carreras pedagógicas.
Para maestros y profesores suelen estudiar alumnos que por sus notas en
los exámenes de ingreso a la educación superior no pudieron acceder a
otras carreras.
El éxodo de profesionales de la educación a otras ramas con mejores
salarios es una realidad que golpea, pero perfectamente comprensible.
En mi casa tengo un ejemplo: mi hermano era profesor de historia en un
instituto; ahora trabaja en una empresa de construcción para el turismo.
Gana casi el triple de lo que recibía cuando estaba en el aula.
Hace falta mayor compromiso de nuestros maestros, pero es difícil
demandar ese compromiso si los salarios son bajos.
Además, a diferencia de otros profesionales, los maestros y profesores
difícilmente puedan acceder al pluriempleo, pues tienen que permanecer
toda la jornada en sus puestos de trabajo.
Así y todo, en las escuelas también hay excelentes profesionales, buena
parte de ellos con muchos años de experiencia, convencidos de la gran
importancia de su labor.
Mi madre, que ahora está jubilada, fue maestra primaria durante casi
cuarenta años. Fue una buena maestra, reconocida por alumnos y padres.
Muchos hombres y mujeres, hechos y derechos, la detienen en la calle y
le agradecen las lecciones que les ofreció en sus clases.
Pero muchos niños no tienen la suerte de contar con buenos profesores y
sus padres acuden a una figura emergente: el repasador, maestros casi
siempre retirados que cobran por sus clases particulares, en sus casas,
después del horario escolar.
La nación tiene una deuda enorme con sus maestros y es opinión
generalizada: hay que encontrar maneras efectivas de saldarla.
Los médicos, enfermeros y todo el personal de la salud pública han sido
beneficiados con un aumento en los salarios, que aunque no está a la
altura de las necesidades del sector, es un incentivo.
Los maestros esperan por una reforma salarial, que resulta más compleja.
Téngase en cuenta que los mayores ingresos al presupuesto nacional
vienen precisamente de la colaboración médica cubana en el extranjero.

La educación, necesariamente, seguirá siendo subsidiada. Aparentemente,
no es una actividad que ingrese recursos.
Pero solo aparentemente. En realidad la escuela está en el principio de
todo. Sin una educación integral, contundente, es imposible contar con
buenos profesionales y técnicos.
Cuba cuenta ahora mismo con una fuerza laboral de alto nivel, potencial
indudable para futuros empeños. Hay que agradecerla, en grandísima
medida, a las legiones de maestros de las escuelas primarias y secundarias.
Y hay también otra dimensión, no menos importante: la formación de
valores. Aunque la responsabilidad mayor la tiene la familia, el maestro
es —tiene que ser— un actor imprescindible en ese proceso.
Somos testigos de demasiadas manifestaciones de pérdida de valores, que
nada tienen que ver con el proyecto de país que hemos soñado.
Más reconocimiento al maestro, moral y material. Ojalá que en todas las
aulas hubiera maestras como Carmela, la protagonista de Conducta. Cuba
lo necesita.

Yuris Nórido es periodista de medios oficiales como el diario
Trabajadores y el sitio digital CubaSí. Es miembro del Partido Comunista
de Cuba (PCC), "porque confío en que puede ser motor de cambios
necesarios para este país".

Source: ¿Por qué la educación en Cuba ya no es lo que era? - BBC Mundo -
http://www.bbc.co.uk/mundo/blogs/2014/10/141016_voces_desde_cuba_yuris_norido_maestros_educacion

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