lunes, 1 de julio de 2013

Granma destapa, ¡ahora!, fraude docente

Granma destapa, ¡ahora!, fraude docente
Lunes, Julio 1, 2013 | Por Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -La reciente publicación por el
periódico Granma de otro colosal caso de fraude en la capital habanera
("El daño terrible del fraude", jueves 27 de junio de 2013, página 3),
saca a la palestra un viejo mal que se ha estado enraizando durante
mucho tiempo en diferentes niveles de la enseñanza. Esta vez se trata de
la sustracción y venta, por parte de dos profesores de un
preuniversitario del municipio Arroyo Naranjo, del examen final de
matemáticas correspondiente al onceno grado, asunto que –aunque no
constituye una novedad– en esta ocasión ha trascendido en la prensa,
quizás por el interés de demostrar que "las reformas" también alcanzan
al periodismo oficial. Estamos ante un ejemplo del nuevo "periodismo
crítico" que pidió el general-presidente en el último congreso del PCC.

Sin dudas, resulta positivo que se divulgue un hecho que lacera y corroe
la sociedad desde sus cimientos al implicar un sector tan decisivo para
la moral colectiva como el de los educadores. Pero lamentablemente todo
indica que éste será un caso más en que se lanza el sofá por la ventana
al atacar el fenómeno y eludir las causas de esta lacra.

Las raíces del mal

Como es habitual, el artículo-editorial del Granma arroja tierra sobre
los ojos del lector al afirmar que el fraude "se ampara en el
finalismo", y al mencionar como corresponsables de estos hechos a
aquellos padres que –conscientes de la pésima calidad de la enseñanza–
buscan garantizar a toda costa la promoción académica de sus hijos
mediante la compra de los exámenes; así como a que "falla el concepto de
la vigilancia y de la exigencia" para evitar que un trabajador de la
educación sustraiga una copia de un examen y favorezca con ello un
negocio ilícito. Obviamente, en el banquillo faltan acusados.

Décadas atrás, los profesores y demás trabajadores del sector no
concebían siquiera la posibilidad de vender un examen. De hecho, sus
salarios eran lo suficientemente decorosos como para que no consideraran
atractiva la posibilidad de ese y otros delitos que hoy forman parte de
la cotidianidad. El fraude escolar es, en definitiva, solo una arista
dolorosa de la corrupción general del sistema y de la sociedad.

Sin embargo, la saga del fraude escolar –y propongo centrarnos solo en
este tipo de timo y no en otros igualmente escandalosos– tiene raíces
muy profundas, nacidas del "promocionismo" como política de Estado. Una
política llamada a demostrar la superioridad del sistema de enseñanza
bajo regímenes de ideología marxista, sin importar los medios y
estrategias, para conseguir cifras cada vez más elevadas de rendimiento
académico. Es decir, cifras que en ningún caso reflejan la realidad y
menos aún la calidad de la enseñanza.

El fenómeno arranca desde el mismo inicio del proceso, cuando se
desarrolló una aparatosa campaña de alfabetización por toda la Isla
cuyos resultados, según testimonios de muchos de los adolescentes que
entonces fueron "maestros", son fruto del fraude: ellos mismos
escribieron de su puño y letra la "carta a Fidel" que debían escribir
sus alumnos como prueba de haber sido alfabetizados.

Los que alguna vez fuimos profesores de enseñanza preuniversitaria o
tecnológica sabemos que en la década de los 80' era requisito
obligatorio para el maestro, al inicio del curso escolar, la entrega de
un documento llamado "compromiso de promoción". Dicho "compromiso" no
solo ataba a los profesores al cumplimiento de una cifra forzada de
estudiantes "aprobados" al final del curso, sino también esa cifra era
muy elevada, del rango del 95% y a veces más.

El profesor que no firmara dicho "compromiso individual", trazado por la
dirección del centro en coordinación con la dirección municipal de
educación, era duramente cuestionado a todas las instancias y corría el
riesgo de perder su puesto de trabajo. Tal era el listón que establecía
el compromiso de éste con la revolución. El maestro dejaba de pensar
como pedagogo en tanto tenía que pensar como "revolucionario", condición
primera (y muchas veces única) para ser un educador.

En consecuencia, muchos profesores cedían ante la presión y para
alcanzar la meta establecida toleraban el fraude estudiantil, en tanto
los menos escrupulosos simplemente lo promovían al dictar repasos que
contenían exactamente las preguntas y contenidos particulares que serían
evaluados, al señalar al estudiante la respuesta correcta en medio de un
examen e incluso al corregir los errores de los estudiantes durante el
proceso de revisión.

Los modos de fraude docente, tanto de alumnos como de profesores, se
fueron diversificando y especializando a lo largo de décadas, en
particular a partir de los años 90', cuando se produjo un éxodo masivo
de profesionales de la educación hacia otras ocupaciones más lucrativas
y miles de aulas quedaron sin maestros, lo que condujo a la
concentración de estudiantes para paliar la escasez de educadores
calificados, y –más grave aún– a la improvisación de maestros a partir
de cursos emergentes, sin tener en cuenta los valores éticos y morales,
la vocación ni las capacidades de los nuevos "educadores",
frecuentemente más ignorantes que los propios alumnos a los que debían
instruir y formar.

Simultáneamente, el Ministerio de Educación estableció normas
extremadamente flexibles a la hora de evaluar los resultados académicos
con el objetivo de mantener altas estadísticas, una de las vitrinas
irrenunciables del castrismo, de manera que el fraude quedó oficialmente
institucionalizado. Poco a poco dejó de haber estudiantes que repetían
un curso, lo que remontó casi a un 100% la promoción escolar en el
período más oscuro y precario de la historia de la pedagogía en Cuba.

Exportando el fraude

Pero la oficialización del fraude llegó para quedarse y en estos tiempos
ha alcanzado incluso ribetes extraterritoriales. Por razones obvias, no
existe posibilidad alguna de verificar la obra de los alfabetizadores
cubanos que han cumplido "misiones" en intrincados puntos de la
geografía latinoamericana ni el número de campesinos alfabetizados en
virtud de dichos programas. No es menos cierto que una campaña de
alfabetización siempre lleva consigo un contenido humano elevado y
positivo: una determinada cantidad de personas logra aprender a leer y a
escribir, más allá de los intereses políticos de los gobiernos que las
promueven. Pero la experiencia indica que no hay que confiar en las
estadísticas populistas ni en los resultados.

No obstante, dentro de la sistematización del fraude aparecen aristas
más graves. Existen testimonios de médicos/profesores cubanos que en los
hospitales de la capital imparten lecciones a miles de estudiantes
latinoamericanos y de otros países, después que éstos han pasado un
acelerado proceso de "nivelación" para hacerse de un título de bachiller
que les permita el acceso a estudios superiores. Un día, dichos
profesores cubanos podrán dar fe de la poca o nula preparación y
capacidad de muchos de estos estudiantes para asimilar los conocimientos
de una profesión compleja y de máxima responsabilidad.

Estos estudiantes forman parte de los paquetes que negocia el gobierno
cubano para obtener beneficios económicos y estratégicos; por tanto,
casi la totalidad de estos jóvenes se convierten en nuevos galenos
incluso sin poseer la preparación teórica y práctica indispensable para
el ejercicio de la medicina. No sienten la necesidad de esforzarse
porque de cualquier manera se graduarán en el tiempo establecido y en su
mayoría serán "médicos" por obra y gracia de compromisos políticos e
intereses de Estado.

Así pues, bienvenido sea el editorial que divulga tan lamentable
fenómeno, pero la historia sigue estando mal contada. Es de esperarse
que pasado algún tiempo el propio periódico publique los nombres de los
implicados en el fraude y haga referencia a los juicios seguidos contra
ellos y a una condena ejemplarizante, pero nada habrá cambiado. Es una
vieja lección bien aprendida, sin necesidad de fraudes: los chivos
expiatorios son siempre útiles para cubrir a los egregios culpables, que
nunca serán juzgados.

Source: "Granma destapa, ¡ahora!, fraude docente | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/articulos/granma-destapa-%c2%a1ahora-fraude-docente/

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