sábado, 3 de agosto de 2013

La Biblioteca Nacional de Cuba y su nefanda política de inscripción de usuarios

La Biblioteca Nacional de Cuba y su nefanda política de inscripción de
usuarios
agosto 2, 2013
Daisy Valera

HAVANA TIMES — Juan Breá, un escritor surrealista cubano termina su
recopilación de ensayos "La verdad contemporánea" con una lista de
pensamientos que podríamos calificar de intuitivos o extravagantes.

El hombre es el único animal capaz de morir por una delicadeza o por una
borrachera. He aquí su diferencia, no su virtud.

Copié cada página de La verdad…Un libro del año 1941, mucho más conocido
del otro lado del Atlántico que en la isla y condenado a no ser
reeditado jamás.

Final feliz garantizado por mi licenciatura en Radioquímica.

La Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) es, resumiendo: un edificio
imponente, aproximadamente 4 millones de materiales, sillas incómodas,
insípidos cuadros de Kcho, ancianas vigilantes y una política de
inscripción infame.

La biblioteca reabrió sus puestas al público el pasado octubre casi con
sonidos de bombos y platillos y sin escatimar reconocimientos que
alcanzaron (quién sabe por qué) hasta a nuestro Ministro del Interior.

Su política de inscripción instaurada desde el año 2000 no se
flexibilizó ni un ápice a pesar de que las reparaciones y
restructuraciones en el seno de la institución tomaron más de 45 meses.

Para lograr acceder a los libros tienes que obtener primero un Carnet de
Asociado, requisito totalmente comprensible.

Pero el mencionado carnet solo te es entregado si perteneces a algunas
de las siguientes categorías: Investigador, Profesional, Estudiante
Universitario o de Enseñanza Artística Especializada.

Lo anterior se traduce en una exclusión directa de la inmensa mayoría de
la población al patrimonio bibliográfico, documental y sonoro de Cuba.
Una exclusión imposible de justificar con el torpe argumento de la BNJM:
la caracterización de los usuarios es una práctica común en la actividad
bibliotecaria mundial.

Pero el afán de organizar/limitar el acceso a la información no termina
cuando pruebas con carnet de identidad, fotos y copias de título que
perteneces a unos de los grupos minoritarios a los que la biblioteca
abre sus puertas.

Existe una regulación que establece que el usuario debe consultar los
documentos que realmente necesite para su actividad laboral,
investigativa o docente. Con esto la biblioteca tiene el derecho a
impedir el acceso a la información que no se relacione con el área de
formación que aparece reflejada en el expediente del asociado. Por
ejemplo, a un biólogo se le podría negar la consulta de documentos sobre
arquitectura.

Continúa, para tener acceso a la información contenida en los documentos
valiosos atesorados en la BNJM, el usuario deberá presentar una carta
aval de su centro de trabajo o estudio. Regulación que implica que
prácticamente ningún profesional en Cuba podrá contar con importantes
materiales de la biblioteca para emprender investigaciones no
confirmadas por instituciones estatales.

¿Dónde ha quedado aquella consigna tan inclusiva de crear un pueblo
culto y lector?

Los esfuerzos de la década del 60, que resultaron en la Red Nacional de
Bibliotecas Públicas, la Escuela de Capacitación Bibliotecaria, la
Campaña de Lectura Popular o el Movimiento de Bibliotecas Recuperadas
efectivamente lograron fomentar el hábito de lectura entre la población.

La conservación de los materiales de la Biblioteca, que podría
conseguirse por multiples vías, no es excusa suficiente para estos 13
años de secuestro de la información.

La crítica calidad de la educación en todos los niveles y la constatable
disminución del acceso a la enseñanza universitaria son hechos que
reafirman la necesidad de eliminar semejantes restricciones.

Permitir la entrada de todos los interesados a las bibliotecas del país
no fue, como se pretende hacer creer en estos tiempos de reforma, un
gesto anacrónico de inicios de la Revolución.

Source: "El lío de inscribir en la Biblioteca Nacional de Cuba" -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=89189

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