domingo, 3 de agosto de 2014

Escuelas cubanas esperan por internet

Martínoticias: Escuelas cubanas esperan por internet
Vivir de espaldas a internet condena a la economía y a los profesionales
cubanos a competir en notable desventaja. El gobierno machaca con los
mismos argumentos desde hace 20 años
viernes, agosto 1, 2014 | Ivan Garcia

La primera vez que Eugenio, 18 años, estudiante de telecomunicaciones,
navegó por internet fue en el otoño de 2013 durante un trabajo de clase
en el Instituto Técnico Superior José Antonio Echevarría, al suroeste de
La Habana. "Yo tenía conocimientos de computación, pues desde niño tengo
un ordenador en casa. Pero ni siquiera sabía abrir una cuenta de correo
o utilizar ciertas herramientas en la web. Los alumnos de otras
provincias estaban peor. Casi ninguno sabía manejar un ordenador",
cuenta Eugenio.

Desde los años 90, el Estado verde olivo ha implementado cursos de
computación en escuelas primarias, secundarias y preuniversitarias.
"Pero por una u otra causa, la mayoría de las máquinas en los colegios
están rotas o subutilizadas. Las clases de computación son de muy poca
calidad. Sin contar que son ordenadores de segunda generación. En las
primarias ni siquiera hay conexión a intranet, una red local. Solo en
los niveles universitarios hay acceso a internet", señala Danilo,
profesor de computación de sexto grado.

Vivir de espaldas a internet condena a la economía y a los profesionales
cubanos a competir en notable desventaja. El gobierno machaca con los
mismos argumentos desde hace 20 años. Acusan al bloqueo (embargo)
económico de Estados Unidos por la lenta conexión en las universidades
de la Isla. Ese subterfugio ha acomodado a un grupo de burócratas a
permanecer cruzados de brazos.

En Cuba solo un 10% de los ciudadanos se conectan con alguna frecuencia
a la red. No se conocen estudios de factibilidad que demuestren el daño
irreparable a la economía y la educación provocado por un ancho de banda
nacional similar al de cualquier universidad pública de Estados Unidos.

Es cierto que debido al embargo, Cuba no ha podido enlazarse a los
diversos cables submarinos estadounidenses que bordean el archipiélago.
A mediado de los años 90, la Isla se conectaba a la red de redes de
manera satelital. La lentitud en la conexión era desesperante. Bajar
archivos de videos podía demorar un día.

Pero con la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama hubo un cambio de
política hacia Cuba en materia de internet. Todavía herramientas de
Google como Chrome o Google Mapas no se pueden utilizar desde la Isla,
por las prohibiciones del embargo. Pero en 2010, Washington otorgó
licencia a una empresa anclada en la Florida para comercializar internet
de banda ancha hacia Cuba.

"Se pensaba reactivar un viejo cable submarino que pasa muy cerca del
poblado marítimo de Cojimar, al este de La Habana. Pero la apuesta del
gobierno fue optar por una conexión conjunta con Venezuela y Jamaica
tras aprobar un crédito de 70 millones de dólares. La operación con una
empresa norteña costaba 18 millones", apunta un experto en internet que
labora en la empresa estatal de telecomunicaciones ETECSA.

La historia del cable submarino ALBA 1 está salpicada por una trama de
corrupción que no ha sido desmentida por los medios oficiales. "Un
tercio del dinero se robó o se dilapidó. El trabajo fue de pésima
calidad. Varios ingenieros y altos cargos de ETECSA aun están esperando
ser procesados. Uno de los implicados desertó en Panamá. Otros son
intocables", señala una fuente que trabajó en el proyecto.

Después de tres años de silencio en la prensa cubana, el cable que en
apariencia nos traería una conexión de internet tres mil veces más
rápida, en el invierno de 2013 llegó a la costa del poblado oriental
Siboney, Santiago de Cuba, provincia a 900 kilómetros al este de La Habana.

Desde hace una década, el país cuenta con un trazado de fibra óptica
capaz de transmitir altos volúmenes de datos y voz. Según un ingeniero
en telecomunicaciones, "se debe modernizar las redes para ofrecer
servicio a domicilio, soportes de internet para telefonía móvil y crear
zonas de wifi en diferentes ciudades y puntos céntricos. La inversión
puede rondar los 65 millones de dólares. Pero se amortizaría en corto
plazo. Si la expansión se ha ralentizado ha sido por causas políticas,
no comerciales".

El temor del régimen a que una comercialización amplia y barata de
internet revele políticas demagógicas, corrupción de altos funcionarios
o se pueda tener acceso a informaciones que ofrezcan otras perspectivas
noticiosas, sigue siendo un freno poderoso.

La indiscutible capacidad de las redes sociales de aglutinar y crear
matrices de opinión es un motivo adicional para que el gobierno de
Castro calcule con demasiada cautela su futura expansión. Igual que
ocurre en China, la autocracia cubana ha creado una policía informática
capaz de vigilar todas las conexiones en la web que se produzcan desde
la Isla.

En la educación pública, hasta el nivel universitario no es posible
conectarse a internet. "Esto provoca un atraso en la formación de
ciudadanos modernos. No se puede entender que en Cuba se comercialice
internet a un precio escandaloso, solo para privilegiados, y en las
escuelas primarias, secundarias y preuniversitarias no tengamos
internet", dice Amalia, profesora de noveno grado.

El gobierno de Castro se enorgullece de exportar sus métodos de
enseñanzas al continente americano. Pero debe aprender en materia de
conectividad de otras naciones en América. Desde fines de los 90, los
gobiernos de Chile, Brasil y Colombia impulsan el acceso a internet en
la educación pública. Existen diversos proyectos estatales y privados
para que cada alumno de nivel primario tenga un ordenador portátil en la
clase.

"Nos estamos quedando peligrosamente atrás. Los métodos pedagógicos
modernos hacen hincapié en el pensamiento crítico del alumno. Es
necesario potenciar la capacidad creativa y el uso de las herramientas
de internet y desechar la memorización de contenidos que aún se utiliza
en Cuba. Internet no es el enemigo. Y sus beneficios requieren que se
masifique y a todos se abran las puertas del saber", señala Eduardo,
profesor de preuniversitario.

De momento, el régimen de Castro solo abre el resquicio de una puerta

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