martes, 8 de septiembre de 2015

Y la educación y la salud pública?

¿Y la educación y la salud pública?
Educación y salud: ¿obras genuinas de la revolución?
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 8 Sep 2015 - 9:49 am.

La vitrina sanitaria y educacional del castrismo existió, pero no fue
autóctona, sino un castillo de naipes construido con dinero ajeno.

Tras el reportaje El suplicio de cada inicio de curso: comprar un
uniforme, publicado en DIARIO DE CUBA, parece oportuno echarle un
vistazo al derrumbe de la espina dorsal de la propaganda castrista
durante décadas: la educación y la salud pública como "obra genuina de
la revolución".

Ambos servicios sociales, sin costo alguno para pacientes y educandos,
conformaron la imagen más fuerte que Fidel Castro vendió al mundo
entero en su afán de mostrar que Cuba gozaba de un sistema social
superior al vigente en Latinoamérica y en todo Occidente.

Pero "para decir mentiras y comer pescado, hay que tener mucho cuidado",
como reza el refrán español. Resulta que hoy los Castro ya no hablan de
educación ni de salud pública, como no sea para decir que la exportación
—léase explotación— de miles de médicos, enfermeros y técnicos de la
salud es la mayor fuente de divisas del país.

El Gobierno ya no logra que las escuelas y las universidades funcionen
adecuadamente. Faltan libros de texto, libretas, lápices, uniformes,
materiales y equipos imprescindibles. Tampoco hay suficientes maestros y
profesores calificados, ni programas de estudio de acorde con los nuevos
tiempos de avances tecnológicos —revolucionarios de verdad— que en el
orden educacional van marcando a su paso esta primera centuria del
tercer milenio.

La calidad de la enseñanza cubana es mala por lo general. Y los
edificios y muebles de las escuelas casi sueltan los pedazos por falta
de mantenimiento. El presupuesto nacional para la educación ha sido
reducido drásticamente. En fin, que el sistema de educación en Cuba
prácticamente colapsó.

Se cierran hospitales

En el sector de la salud, la "revolución", en vez de aumentar el número
de camas y de centros hospitalarios, y modernizarlos, como hacen todos
los países, lo que hace es clausurarlos. Casi 60 hospitales han sido
cerrados desde 2010. La nación ya perdió la cuarta parte de su capacidad
de hospitalización.

Decenas de miles de empleados de la salud han sido despedidos. Los
consultorios del médico de la familia se redujeron de 14.007 en 2006 a
11.486 en 2012, y luego han ido desapareciendo en la medida que aumenta
la exportación de médicos.

Esclavos de bata blanca

Todavía algunos organismos internacionales se hacen eco de la propaganda
castrista y afirman que Cuba es el país del mundo que cuenta con el
mayor número de médicos por habitante. Falso. Casi la mitad de los
82.000 médicos cubanos graduados en la Isla (también se gradúan
extranjeros) prestan servicio en 67 países, fundamentalmente en
Venezuela (unos 28.000) y Brasil (11.487 en junio de este año). Algo
increíble.

Son enviados por el régimen no por altruismo, sino para apropiarse del
grueso del salario de dichos doctores en moneda convertible. Esos
galenos son verdaderos esclavos de bata blanca en pleno siglo XXI.

Con tanta escasez de médicos en Cuba ha caído peligrosamente la
atención primaria de la salud y en mayor grado la atención médica
especializada. Muchas intervenciones quirúrgicas no se realizan por
falta de cirujanos, o de lo necesario para operar.

Las entidades sanitarias globales aún deslumbradas por el castrismo
tampoco dicen que de los 3.8 millones de viviendas que hay en la Isla
el 29% de ellas carecen de abastecimiento de agua por acueducto y que el
61% no tiene desagüe hacia sistemas de alcantarillado; ni que las aguas
albañales corren como riachuelos medievales por muchas calles de las
ciudades.

La propia prensa oficial critica el estado calamitoso de los hospitales,
en los que la falta de higiene es alarmante. Pululan las cucarachas y
los mosquitos. Los pacientes tienen que llevar sus sábanas, almohadas,
bombillos, y a veces hasta las jeringuillas, el yodo y el mercurocromo.
Y la poca comida para los hospitalizados es intragable.

El tío Boris pagaba la cuenta

¿A qué se debe ese cataclismo sanitario y educacional de la
"revolución"? La respuesta es simple: los sistemas de salud y de
educación en Cuba eran financiados por la Unión Soviética y, cuando ese
país se desintegró, arrastró consigo a los servicios sociales cubanos,
pese al apuntalamiento que durante varios años han tenido con las
subvenciones de Venezuela.

Ciertamente entre los años 60 y fines de los 80, según los estándares
del Tercer Mundo, Cuba tuvo un alto nivel sanitario y educacional.
Castro, en sus discursos grandilocuentes, hacía creer que el sistema
económico "superior" existente en la Isla sustentaba aquellas
prestaciones sociales.

Se ampliaron los servicios médicos gratuitos a la población, incluyendo
zonas rurales, con una calidad aceptable internacionalmente y destacada
en ciertos aspectos científicos. Se erigió una vasta red de escuelas a
lo largo y ancho de la Isla, la cual elevó el "piso" educacional general
y contribuyó a formar decenas de miles de profesionales universitarios.

Pero por los discursos del dictador nadie en el mundo, ni siquiera
dentro de Isla, podía percatarse de que todo era postizo. El Comandante
en Jefe se acreditaba los honores, pero era el tío Boris quien pagaba la
cuenta, con subsidios que oscilaban entre $2.000 y $4.000 millones
anuales. Fue cuando faltaron las subvenciones soviéticas que se
evidenció la imposibilidad del castrismo de sufragar los gastos sociales
de que tanto presumía.

De alguna manera los subsidios de Venezuela pudieron solventar parte de
esos gastos sociales durante algunos años. Pero el deterioro incesante
de la economía cubana ha venido ensanchando tanto el barril sin fondo en
demanda de cash que los regalos chavistas se hicieron insuficientes.
Para colmo el precio del petróleo se desplomó.

Éxodo imparable de maestros

La falta de recursos financieros externos para la educación generó otro
factor que ha agravado seriamente el panorama. Debido al ínfimo salario
que reciben los maestros (unos 20 dólares), estos abandonan la
profesión para trabajar por cuenta propia, bien como "repasadores"
(maestros privados), o para abrir una "paladar", etc. El Gobierno les
aumentó algo el sueldo, pero dada la inflación desmesurada estos no
alcanzan el poder adquisitivo equivalente al de 1989, antes de
desintegrarse la URSS.

Lo cierto es que ya casi nadie quiere ser maestro en Cuba. El Gobierno
informó que de 19.859 plazas disponibles nacionalmente en 2015 para
cursar estudios pedagógicos, solo se matricularon 4.398 alumnos. O sea,
15.461 plazas (el 78%) se quedaron sin cubrir porque nadie se interesó
por ellas.

La conclusión de todo esto es que los hermanos Castro y la Junta Militar
que los sostiene en el poder engañaron al pueblo de Cuba y al mundo. La
educación y la salud pública no constituyeron en verdad un "logro de la
revolución". La improductiva economía centralmente planificada
instaurada por el dueto Che Guevara-Fidel Castro nunca habría podido
sustentar aquellos servicios porque sobrepasaban la precaria capacidad
financiera del país.

Sin el dinero del Kremlin y los petrodólares bombeados desde Caracas no
habrían funcionado ni medianamente los hospitales y las escuelas. El way
of life de los cubanos habría retrocedido a la Edad Media, al borde de
la hambruna y las epidemias cíclicas, dependiendo sobre todo de la ayuda
humanitaria internacional.

Moraleja: la vitrina sanitaria y educacional del castrismo existió, pero
no fue autóctona, sino un castillo de naipes construido con dinero ajeno.

Source: ¿Y la educación y la salud pública? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1441051827_16656.html

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