lunes, 24 de junio de 2013

La FEU - misión por encargo

EDUCACIÓN

La FEU: misión por encargo
DIMAS CASTELLANOS | La Habana | 24 Jun 2013 - 7:44 am.

La subordinación a un gobierno, a un partido y a una ideología
desnaturaliza a la FEU y niega la historia de la universidad.

La transmisión diferida de algunos momentos del VIII Congreso de la FEU,
celebrado en La Habana entre el 12 y el 14 de junio, trajo a mi memoria
la tesis expuesta por el filósofo y ensayista español José Ortega y
Gasset en su libro Misión de la Universidad y otros ensayos afines.

Entre otros criterios escuché a los delegados decir: "lo que se hace en
el Congreso no es lo que se hace siempre", "tenemos que llegar al
estudiante que no comparte nuestro criterio", "existe una separación
entre el presidente de la brigada y la masa estudiantil", "los
estudiantes no aprovechan la instancia de la brigada para expresar
abiertamente sus inquietudes", "nos ha hecho daño el paternalismo", "a
las generaciones anteriores no le planificaban las actividades".

Si a lo anterior se une que la declaración final del evento plantea que
"no hay mayor responsabilidad y tarea para los hijos del Alma Mater, que
la defensa de la continuidad de la Revolución y el Socialismo"; y que en
las palabras de clausura, el vicepresidente del Consejo de Estado,
Miguel Diaz-Canel, expresó que "Cuba cuenta con sus jóvenes para
defenderla y preservar y continuar la Revolución", se comprende que la
actual misión de la FEU no emerge de su naturaleza e historia, sino de
un encargo.

Teniendo en cuenta la validez de la tesis de Ortega y Gasset cuando
afirma que "la raíz de la reforma universitaria está en acertar
plenamente con su misión; que ello significa vivir a la altura de los
tiempos y que eso tiene que ser antes y más que ninguna otra cosa la
Universidad"; tenemos que convenir que la subordinación a un gobierno, a
un partido, a una ideología y a la generación que encabezó una
revolución el pasado siglo, desnaturaliza a la FEU y niega la historia
de la universidad, como lo demuestra una mirada retrospectiva a vuelo de
pájaro.

Lucha por la autonomía universitaria

En 1842, cuando la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La
Habana fue secularizada y rebautizada como Real y Literaria Universidad
de La Habana, tuvo lugar una reforma dirigida a igualar los estudios
universitarios de Cuba con los de España y a crear cátedras que
respondieran a la época.

En 1878 las reformas introducidas por los acuerdos del Pacto del Zanjón,
le devolvieron el derecho de conferir grados de doctor y le concedieron
gran parte de las aspiraciones de los catedráticos e intelectuales. En
1885, se dispuso que cualquier profesor universitario pudiera ocupar el
cargo de rector. Y en 1898 los cargos de rector, vicerrector y decano de
facultad pasaron a ser electivos por el claustro universitario.

En 1899, cuando el alto centro docente pasó a denominarse Universidad de
La Habana (UH), se instauró el Plan Lanuza y poco después, para
adaptarlo a las necesidades de la época, fue reemplazado por el Plan
Varona, que fue la más radical reforma de los estudios universitarios
hasta entonces.

Los primeros estatutos de la etapa republicana (1910) definían a la
universidad como un organismo superior docente, de carácter nacional,
con uso de sello propio y autonomía en todo lo que se contrae a su
régimen interior; gobernada por un rector, un consejo universitario y un
claustro general. Y en diciembre de 1921, el sabio naturalista Carlos de
la Torre y Huerta, al tomar posesión como rector, esbozó un programa
dirigido a lograr la autonomía universitaria.

En ese contexto, la participación del estudiantado en la depuración del
profesorado y en la reforma universitaria se aceleró a raíz de la
propuesta de conferir el título de Dr. Honoris Causa a los generales
norteamericanos Leonard Wood y Enoch H. Crowder. De esa oleada de
protestas emergió la fundación de la Federación de Estudiantes
Universitarios (FEU), en diciembre de 1922.

A partir de ese momento la lucha por la autonomía universitaria ocupó el
centro de las luchas de un estudiantado que actuaba con criterios y
objetivos propios. Esas actividades se intensificaron a partir de 1922,
año en que el rector de la Universidad de Buenos Aires impartió en el
Aula Magna de la UH la conferencia Evolución de las universidades
argentinas, que dio lugar a la reforma universitaria iniciada en
Córdoba, cuyo eje central era la autonomía y la intervención del
estudiantado en el gobierno universitario.

En enero de 1923, después que la FEU elaboró un proyecto dirigido a la
obtención de la personalidad jurídica y la autonomía de la UH y el Dr.
Enrique José Varona propuso una comisión mixta de profesores y alumnos
para estudiarlo, al ser aprobado por el claustro general, el rector,
estudiantes y profesores marcharon al Palacio Presidencial para
entregarlo al presidente de la República, mientras Fernando Ortiz
presentaba a la Cámara de Representantes un proyecto de ley para ese fin.

Finalmente, en marzo de 1923, el Gobierno dictó el decreto presidencial
que consagraba el principio de intervención del estudiantado en el
gobierno de la universidad. Un avance reformista impetuoso que desembocó
en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes.

A pesar de que en 1925 la Asamblea Universitaria fue disuelta y la FEU
ilegalizada, cuando se planteó la prórroga de poderes de Gerardo Machado
en 1927, los estudiantes organizaron una manifestación e hicieron
público un manifiesto firmado por el Directorio Estudiantil
Universitario (DEU). Tres años después, cuando se produjo la
manifestación en que cayó mortalmente herido Rafael Trejo, se creó el
DEU de 1930, que lanzó un manifiesto rechazando todo tipo de
conciliación con el Gobierno y en 1933 llamó a la insurrección armada y
a formar un gobierno provisional.

Durante el gobierno de los Cien Días, encabezado por Ramón Grau San
Martín, se emitió el Decreto Ley 2059 mediante el cual se puso en vigor
la autonomía universitaria, la que quedó sin efecto al fracasar la
huelga de marzo de 1935, hasta su restitución el 9 de enero de 1937.
Finalmente, la autonomía universitaria quedó refrendada así en la Carta
Magna de 1940: "La Universidad de La Habana es autónoma y estará
gobernada de acuerdo con sus Estatutos y con la Ley a que los mismos
deban atemperarse".

Apoyado en la utonomía, la FEU participó activamente en lucha contra la
dictadura de Fulgencio Batista. En 1955 se creó el Directorio
Revolucionario, entre cuyas acciones se destacaron la Carta de México,
firmada por José Antonio Echeverría y Fidel Castro, el ataque al Palacio
Presidencial y la participación en la lucha guerrillera.

Después de 1959

En 1959, en lugar restablecerse la Constitución de 1940 —como se había
pronunciado en La historia me absolverá— se reformó para conferir al
primer ministro las facultades de jefe de gobierno y al Consejo de
Ministros las funciones del Congreso. Todo ello en un contexto
enrarecido por el diferendo los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, de
lo que resultó el desmontaje de las instituciones y espacios cívicos que
había posibilitado el triunfo revolucionario, entre los cuales estuvo la
autonomía universitaria.

En el contexto de la crisis generada por la expulsión de un alumno de la
Escuela de Ingeniería, que condujo a que la dirección de dicha escuela
fuera asumida por los alumnos y profesores revolucionarios, el Consejo
Superior de Universidades, que había sido creado en diciembre de 1960,
acometió la nueva reforma universitaria.

Carlos Rafael Rodríguez resumió el alcance de dicha reforma en tres
preguntas: ¿Qué, cómo y quiénes van a estudiar? El qué y el cómo
respondían a la nueva situación creada con el poder revolucionario. En
cuanto al quiénes —explicó Carlos Rafael— la nueva universidad será
regida conjuntamente por profesores y alumnos, pero aclaró: "en la
medida en que la revolución universitaria es obra de una verdadera
revolución y que el socialismo preside las transformaciones, no es
posible pensar en los profesores y los estudiantes como dos grupos
antagónicos… Un profesor de conciencia revolucionaria, orientado por el
marxismo leninismo y militante de esa ideología (se refería a Juan
Marinello), no necesitará de la presencia vigilante de los estudiantes".
De esa forma, sin ser derogada legalmente, la autonomía desapareció en 1962.

Así, la FEU y la universidad, fuentes importantes de cambio social,
quedaron inutilizadas para esos fines. Ahora, en pleno siglo XXI, con
una sociedad estancada y un modelo fracasado, el Gobierno le encarga a
la FEU la misión de conservar el pasado, lo que constituye un intento de
anclarse en el ayer, cuando hemos visto que la universidad, desde su
fundación estuvo en un proceso continuado de reformas tratando de vivir
a la altura de los tiempos.

Source: "La FEU: misión por encargo | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1372032204_3893.html

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