martes, 18 de junio de 2013

Sin premios ni castigos

Sin premios ni castigos
junio 17, 2013
Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — Hasta hace poco tiempo, escuela y represión eran para mí
la misma cosa. Especialmente la cubana, que desde prescolar trabaja
arduamente para inculcar valores ajenos, y desde primer grado te induce
a querer ser como alguien que no conoces, y desde muy pequeño te obliga
a participar en una Organización que es como el entrenamiento perfecto
para el fraude de democracia que verás luego.

Y todo gestionado y legitimado por un ejército de psicopedagogos de alto
nivel en nombre del bien.

Fui profesor durante algunos años, de la universidad primero y luego
unos meses en un preuniversitario, y nunca escuché hablar de la
pedagogía libertaria. Conocí profesores disidentes, profesores
descontentos, profesores que tiraban todo a mierda, estudiantes
delincuentes, estudiantes rebeldes, resbaladizos o alienados, pero no
conocí a nadie que abogara de manera coherente y sistemática por:

El respeto a la individualidad psicológica del niño o el joven. Un
respeto que abomina de la conducción emocional y la implantación de valores.
La codirección de la escuela por los propios estudiantes como un
entrenamiento para la libertad y la responsabilidad.
Además se opusiera a la represión sexual y a la competitividad.

El tema de Pink Floyd que da nombre a este post me hizo suponer que en
alguna parte del mundo debía existir un movimiento de rechazo a la
escuela típica, la represiva. Oía campanas, pero no sabía dónde. Bola de
años después es que vengo a descubrir la Pedagogía Libertaria.

Uno de sus fundadores fue el anarquista español Francisco Ferrer y
Guardia. Hacia 1901 Ferrer creó en Barcelona La Escuela Moderna, una
institución donde niños de ambos sexos y de todas las clases (algo
revolucionario para la época) aprendían a su propio ritmo y jugando.

La iniciativa preocupó tanto a los entonces dueños del monopolio
espiritual (la Iglesia y el Estado) que la emprendieron contra Panchito
y no pararon hasta verlo tendido en una fosa.

Tres pensamientos del mártir podrán ayudarnos a entender por qué le
temían tanto.

"No tememos decirlo: queremos hombres capaces de evolucionar
incesantemente; capaces de destruir, de renovar constantemente los
medios y de renovarse ellos mismos; hombres cuya independencia
intelectual sea la fuerza suprema, que no se sujeten jamás a nada;
dispuestos siempre a aceptar lo mejor, dichosos por el triunfo de las
ideas nuevas y que aspiren a vivir vidas múltiples en una sola vida. La
sociedad teme tales hombres: no puede, pues, esperarse que quiera jamás
una educación capaz de producirlos.

"Así como en ciencia no hay demostración posible más que por los hechos,
así también no es verdadera educación sino la que está exenta de todo
dogmatismo, la que deja al propio niño la dirección de su esfuerzo y que
no se propone sino secundarle en su manifestación. Pero no hay nada más
fácil que alterar esta significación, y nada más difícil que respetarla."

"… que la inteligencia del alumno, influida por lo que ve y documentada
por los conocimientos positivos que vaya adquiriendo, discurra
libremente, sin prejuicios ni sujeción sectaria de ningún género, con
autonomía perfecta y sin más traba que la razón."
En la Cuba revolucionaria, cincuenta años después, no lo hubieran
fusilado, cierto, pero sí encarcelado u hostigado. En cualquier caso
nunca hubiera podido fundar una escuela ni publicado nada que no
estuviera en línea con Fidel.

Les dejo aquí algunas notas que extraje del libro La Escuela Moderna:
http://colectivolibertariosantboi.files.wordpress.com/2009/06/09_08-la-escuela-moderna.pdf

Source: "Sin premios ni castigos - Havana Times en español" -
http://www.havanatimes.org/sp/?p=86774

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